Saturday, 3 April 2010

Eternity: Tú, yo y nuestro destino II

Es la segunda parte de esta pequeña introducción. Ahora verán otra cara de la moneda a lo que piensa Azriel, pues es el turno de Astaroth. Ojalá sea de su agrado, ciao!

El día tan esperado, ya está aquí. Tú y yo al frente de la batalla final que hemos esperado desde los tiempos antiguos. Por un breve momento no pensé que esto fuera real, ¿o qué piensas al respecto… ángel?


Tus ojos amatistas demuestran tantas cosas, sobre todo esas emociones tan mundanas que tu Padre, piensa que seres como nosotros no debemos poseer ¿Por qué? Simple, somos superiores a ellos pero no niego que aborrezco esa libertad de emociones que tienen, mientras que nosotros nos limitamos a pensar en todo eso negativo que contrasta con la pureza de los ángeles… y eso que en un inicio, yo fui uno de ellos. No sé como osas por rebajarte a ellos, a lo mejor se debe al tiempo que viviste como un humano antes de hacerte ver que, nuestras realidades eran diferentes a las de ellos.

Mi destino y el tuyo, a pesar de cruzar por diferentes caminos llegan a uno sólo que es éste, donde sólo habrá un ganador. Esto mismo me hace atacarte con todas mis fuerzas porque sigues pensando como esa estúpida humana que conocí años atrás; no sabes cómo me desesperaba esa actitud tuya que ocultaba totalmente al ser guerrero que ahora tengo enfrente de mi presencia… y sin importar eso, los amatistas no dejan de cautivar a todo ser que los mire porque representan la esencia que lleva a los muertos a su destino final. Se trata de un color no digno para los humanos, esos animales que harían lo que sea para saciar sus más profundas ambiciones… pero dignos a ser perdonados por sus errores.

No niego que esa actitud me llama la atención, son seres extraordinarios en el sentido que pueden buscar la solución de las cosas por los medios que les rodean. Lo malo de ellos, buscan a seres como nosotros para facilitarles las cosas y eso, solo me incita a usarlos para después alimentar mis entrañas con su alma. El mejor alimento es aquél que se corrompió por mis acciones, pues tiene miedo y se siente arrepentido por sus acciones de tal forma que recurren a los ángeles…como tú.

Veo que no estás respondiendo a mis ataques. A estas alturas de las cosas, debes dejar a un lado el pasado. Todos ellos murieron porque no querían mostrarte la verdad; no quiero decir que te quería ayudar pero al ver tu silueta, me hace recordar que mi último deseo era verte una vez más. Sí, este demonio de alta jerarquía vagó por el mundo humano con la “esperanza”, una emoción aprendida por vivir entre humanos, de verte una vez más ¿Para matarte? ¿Admirarte? ¿Desearte?, son demasiadas preguntas que no tienen respuesta, aún. Lo único que puedo expresarte es el cumplimiento de mi deber.

Soy un individuo que se encuentra envuelto en la maldad pura, quien ha cometido crímenes que merecen la propia destrucción. Maté, engañé, torturé, usé y ante todo, influí en los fenómenos sociales que conforman la historia humana. Muchas veces, gracias a mis palabras y el arte del convencimiento encaminé a muchas personas por la vía de la destrucción por lo que es algo que no me arrepiento en absoluto…

¿Y tú?... creo que es un tema distinto porque al conocerte, me sorprendió ver ojos de violeta intenso. De esta forma, mi interés en acercarme a tu apariencia humana fue inevitable sin importar que estuviera a punto de tratarte como a los demás humanos, tú fuiste mi excepción porque percibía quien eras en realidad. Las viejas heridas de ese pasado se abrieron y mi sed se venganza, fue inminente por largo tiempo.

Los recuerdos sellados impedían saber la razón por la que ambos, debíamos vernos como enemigos y no como…seres dependientes del otro. Esas emociones tan desconocidas para mí, comenzaron a fluir como ponzoña porque entre mayor era la dosis, mi obsesión de tenerte en mis brazos era más grande. Tal vez, el tiempo ayudó a que mostrara un poco de esa debilidad que dejé de sentir por mucho tiempo. No estoy seguro de lo que siento en este momento pero mi interior aconseja detenerme para sentir una última vez, la calidez de tus manos y la triste mirada de tu rostro mientras derrama lágrimas puras. Esto me estremece porque es la segunda vez que veo ese mismo rostro, la tristeza y súplica para que cambien las cosas… la actitud que terminó por atarme a un deseo prohibido que traspasa toda frontera.

Me miras pidiendo que pare pero no te hago caso de tal forma que, mi estocada hiere uno de tus brazos para después, aterrizar en el concreto de lo que una vez fue una calle. Observo tu gesto de dolor al igual que, lentamente te levantas para abrir tus alas e intentar atacarme con tu cetro. Mi espada se prepara para otro ataque…

No sé si esto es lo más adecuado porque pienso la ocasión en la que vivimos juntos, cuando se decidió tener una vida pacífica como cualquier ser humano. Fue el momento que la idea de matarte, se desvaneció. Gracias a ti, tuve la oportunidad de conocer a esos humanos que llamas “amigos” y que no han caído en las garras de la corrupción como muchos otros; dándome a entender que, no todo está perdido. Lo último no quiere decir que los acepte pero me limita a pensar que, no todos son iguales.

Y esto, me hace decir que eres el único ser que me hace sentir como un humano. Esto que llaman emociones son embriagantes, al grado de pensar en tu sincera sonrisa y besar con pasión desmedida los labios de tu rostro angelical con aire nostálgico, propio de un ser como tú. El Padre te creó para velar por las almas inocentes que llegan al infierno, tú los cuidas y das palabras de aliento con el objetivo de alejarlos de nosotros…yo lo admiro.

Esto es tan divertido, pensar en esas debilidades con tan solo tocar una pluma azabache de tu espalda. Después de todo, eres mi perdición que conlleva a traicionar mis ideales porque soy un demonio de alta jerarquía, tan poderoso que ha sido el culpable de guerras, muertes y hambrunas en el mundo humano. Son escenas deleitantes y placenteras…

Ya no me mires así, ¡basta! Tengo que matarte para después llevarme tu cuerpo inerte y demostrar que sigo siendo un digno duque de los infiernos. Intento evadir esas emociones, culpas… yo fui el culpable de transformarte en esto, porque anhelaba mirarte y excitarme con un sólo roce. Tu mirada amatista me paraliza por completo porque me doy cuenta que, has tomado una decisión y posiblemente sea una que en el fondo yo no deseo conocer.

Así, confieso que no merezco siquiera tu atención. Tan maldito estoy que seguramente, has dejado a un lado los recuerdos y piensas en tu deber, en aquella vieja misión de derrotar a los ángeles caídos que se rebelaron ante Padre. Yo estoy ante tus pies…hermoso ángel de ojos amatistas, mi adorada Azriel ¿Ha llegado el momento final? ¿Es momento de borrar de mi memoria aquello que vulgarmente se llama “amor”? Intento decirte “lo mejor es darle un final a todo esto”, hay que darnos cuenta que no hay alternativa para nosotros.

La cruda verdad de nuestra historia es matar al otro, porque así fue dictado en eso conocido como destino. Entiendo perfectamente que ese pasado, serán ilusiones de seres que se limitan al afecto y odio por un ser más poderoso quien en tan sólo siete días, creó el mundo. Yo realmente, estoy cansado de esta putrefacta eternidad…tú lo hacías menos doloroso.

Es enfermizo ver cómo los humanos pueden amar a otros sin límites mientras que nosotros, peleamos o matamos para sobrevivir a través de los tiempos. Los ángeles y demonios no tenemos permitido vivir así; yo lo acepto, de tal forma que estoy tomando mi decisión final al deleitarme con el coraje de tu personalidad… mientras se esfuma la última esencia humana, que te envolvía.

Mi ángel Azriel, ¿Estás preparada? Yo ya lo estoy y opto por una posición que ayude a mi espada ser más veloz porque será mi último ataque. Esta pelea está por terminar al igual que nuestra historia…si mi destino será matarte, lo aceptaré con gusto porque yo soy Astaroth. Ojalá, aceptes tu realidad en matarme porque será un placer perder mi vida bajo tu poder. Yo te robé la felicidad, lo justo es que tomes mi vida... hazlo de una buena vez.

Ante esto, mis ojos de oro se cruzan con las amatistas una última vez, mientras que la espada de los infiernos se blande en un movimiento final. Te miro de nuevo sin evitar esbozar una sonrisa para darte a entender que, esto ha concluido. Ya no hay vuelta atrás, está decidido… me entrego a tu justicia divina, a tu existencia y a tu decisión final ¡se acabó!

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